Abra usted un periódico español hoy y verá principalmente noticias dramáticas: paro, desempleo, despidos, emigración, desahucios. Entre estas páginas informativas apenas encontrará publicidad, salvo páginas enteras vendiendo cruceros lujosos por diversos destinos del mundo, en un chocante contraste con el resto del periódico. Lo que tradicionalmente asociamos con el crucero, mezclado con la crisis, en un cóctel que cuando menos es chocante. Como si esta España desnortada alternara las colas del paro con los cruceros de lujo.
Pero no es así: si se mira con más cuidado, hay cruceros desde los trescientos euros, con fórmulas de pago variadas y con incontables estrategias para seducir al cliente: upgrade, niños (de hasta dieciocho años) o excursiones gratis, entre otras cosas. Uno se imagina que es la acción desesperada de quien ha comprado barcos inconmensurables que ahora tiene que llenar a cualquier precio. Pero en realidad, nada es como parece, salvo que también en esto, España está en crisis.
La industria del crucero, efectivamente, sigue extrayendo clientes de una España depauperada, pero no acusa esta crisis en términos angustiosos porque hay un proceso de concentración naviera que tiende hacia dos grandes operadores, los dos americanos: Carnival, el líder (opera 12 marcas, entre ellas Costa Cruceros, con 89 paquebotes), y Royal Caribbean, las dos con base en Miami y capital fundamentalmente americano.
Al margen de estas grandes empresas, operan varias compañías más pequeñas (Crystal, Silversea,Norwegian, MSC o Radisson Seven Seas). Desde hace dos décadas, este negocio ha ido echando del mercado a los pequeños, bien por absorción (Iberocruceros, integrado en Carnival;Pullmantur, en Royal Caribbean); o por quiebra (Renaissance o American Classic Voyages).
La concentración hace que estas empresas trabajen a escala global y, en este nivel, la crisis aún no es grave: Gran Bretaña y Alemania, por ejemplo, han contratado más cruceros en 2012 que nunca antes, por lo que los datos españoles no provocan la misma alarma que, por ejemplo, en la industria hostelera que es mucho más local.
Historia de un modelo
El crucero es una actividad que históricamente fue para las minorías: caros, lujosos y selectivos. Tenía los componentes de glamour suficientes para poder permitir una expansión hacia el resto del mercado, una vez que se pudieran ofrecer precios más moderados, resultado de las economías de escala. Eso y un marketing muy inteligente han creado una de las industrias turísticas más importantes y que, encima, es muy resistente a la crisis. Algo más de 13 millones de personas contrataron un crucero el año pasado, en una industria que lleva ya veinte años creciendo