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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINNunca una Semana Santa había resultado tan desigual para el sector de la hostelería, y eso que este año el tiempo no ha tenido nada que ver. El confinamiento perimetral de las Comunidades Autónomas y las diferentes limitaciones impuestas por cada una de ellas han marcado el resultado de cada territorio durante estas fiestas. “La actividad ha sido muy desigual y muy poco homogénea. En algunos lugares se ha trabajado como nunca (en la pandemia) y en otras ha sido un desastre”, valora José Luis Yzuel, presidente de Hostelería de España.
“Madrid, Cataluña y País Vasco, las comunidades con mayor población y que son las que aportan más viajeros en estas fechas han resultado beneficiadas por la limitación de la movilidad”. Por el contrario, todo lo que han mejorado estos territorios lo han notado para mal los colindantes. “En sitios donde la semana Santa es muy potente y depende del exterior, este año no ha existido. Ha sido un desastre. Ha sucedido en Toledo, o en Valladolid donde la hostelería apenas ha facturado un 30% de lo que haría un año normal”, explica Yzuel.
Desde la patronal nacional del sector aseguran que algunas zonas, como la Comunidad Valenciana, el turismo local ha permitido “trabajar algo, especialmente en zonas de playa”, y lo mismo ha ocurrido en algunas zonas de Andalucía, como Sevilla, donde existía también un confinamiento provincial.
En Baleares y Canarias, destinos turísticos que podían recibir las visitas de turistas extranjeros, la ocupación hotelera apenas ha llegado, dice, al 50% y eso en los pocos establecimientos que permanecen abiertos. Y sin turistas la restauración se queda prácticamente sin clientes.
Es lo que ha ocurrido en Asturias, donde la patronal hostelera Otea, no se atreve ni a calcular el desplome de la actividad respecto a otra Semana Santa previa a la pandemia. Allí toda la actividad hotelera no esencial ha permanecido cerrada. Eso significa que esa comunidad no podía recibir ni las visitas de otros turistas nacionales, ni su propia población podía pernoctar en ningún alojamiento turístico.
“Todo queda reducido a la restauración, que también está limitada por aforos y por horarios que nos impiden servir cenas, así que con todos estos condicionantes podemos decir que aquí no ha habido Semana Santa”, lamentan fuentes de la asociación. Por si fuera poco, dicen, las previsiones meteorológicas anunciaban lluvias para los días festivos y la gente no se ha atrevido ni a salir a comer fuera.
En el otro extremo, los responsables de la hostelería en Madrid aseguran que las fiestas han resultado muy positivas para el sector. El director general de Hostelería de Madrid, Juan José Baldrony, destaca que el consumo ha sido importante, dentro de las limitaciones que regulan la actividad en la Comunidad de Madrid. La región que no ha cerrado ni bares ni restaurantes tras la primera ola del covid ha mantenido la actividad con un 75% de aforo permitido en las terrazas, un 50% en interiores y eliminando el consumo en barra.
“Los aforos muchos días han estado completos y las buenas estimaciones se han confirmado. La facturación global ha sido de 87 millones, lo que supone un 60% de la que realizaríamos en una Semana Santa precovid, y un 20% más elevada que la que se registra los fines de semana normales”.
Reconoce la patronal que las medidas de confinamiento perimetral les han favorecido y que han conseguido que los madrileños que se han quedado en la comunidad hayan suplido el consumo que en estas fechas realizan normalmente los turistas. “Ha funcionado todo muy bien: las comidas, las terrazas, las zonas de la sierra, el centro de Madrid e incluso áreas residenciales. Y todo esto manteniendo todos los protocolos y medidas de seguridad. Estamos agradecidos y muy satisfechos porque esto es lo que de verdad nos ayuda a mantener el empleo y la facturación de los negocios”.
A medio camino entre el “desastre” de algunas zonas y la “satisfacción” de Madrid se sitúan los hosteleros catalanes. Allí, la Semana Santa ha supuesto un pequeño alivio tras meses de duras restricciones para el sector. A pesar de la enorme demanda, que ha servido para completar el aforo en muchos establecimientos durante las jornadas festivas, la patronal hostelera FECASARM critica duramente las limitaciones horarias impuestas por la Generalitat que obligan a cerrar a las cinco de la tarde y que han hecho perder, dicen, 80 millones de euros a bares y restaurantes.
“La facturación de la Semana Santa ha sido insuficiente, porque ha habido mucha demanda que no se ha podido absorber. Muchos locales han tenido gente esperando mesas durante mucho tiempo, porque con las restricciones toda la actividad tiene que centrase en la hora de la comida. Estos horarios son inútiles y contraproducentes" asegura Joaquín Boadas, secretario general de la Federación Catalana de Asociaciones de Actividades de Restauración.
Este hostelero critica, además, que la norma que regula los horarios en los establecimientos no prevea un periodo de desalojo para evitar que se produzcan aglomeraciones en los momentos de las salidas y que cuando la hostelería cierra a media tarde "la gente se marche a reunirse en otros sitios más inseguros".
Desde FECASARM calculan que las restricciones horarias que limitan la actividad han hecho perder de media más de 2.000 euros a cada establecimiento durante las jornadas festivas de Semana Santa, cerca de 80 millones a los que suman los más de 120 millones que habría facturado el sector del ocio nocturno en estas fechas y que permanece completamente cerrado.
“Es un dinero perdido inútilmente, porque nada demuestra que los contagios sean mayores a la hora de la cenas que a mediodía. Lo que sucede es que aumentan cuando la gente se junta en espacios donde no hay control sobre las medidas de seguridad", protesta. Boadas lamenta que las instituaciones no hayan contado con los hosteleros como aliados para frenar la pandemia y que hayan sido señalados como responsables de los contagios. Teme, además, que un nuevo repunte de los casos tras la Semana Santa pueda traducirse en un aumento de las restricciones, de nuevo, en la hostelería.
Fuente Nius
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