Carlos Moral, joyero de profesión, aseguró que se le ocurrió la idea en la inauguración de un bar del que es socio en Corrales, en Aljaraque, el pasado mayo, cuando observó que "los camareros abrían los botellines con las pinzas de los hielos porque los abridores terminaban perdiéndose", dándose cuenta de que "al abrirlos con las pinzas éstas se rompían o acababan rompiendo la botella", lo que podía perjudicar al cliente. 

Así, con la idea en la cabeza, se fue a su taller de joyería a diseñar su invento con el fin conocer "dónde hacía el agujero para que abriera las botellas haciendo palanca". Al comprobar que funcionaba ya hizo el diseño en el ordenador y fabricó 30 ejemplares a mano en el taller, que los camareros comenzaron a utilizar asiduamente al ser un único instrumento con dos funciones y estar siempre localizado. 

Cuando ya tenía el invento creado decidió patentar la idea, para lo que acudió a una empresa especializada en ello, registrando su diseño industrial por un periodo de 25 años en España y después en Europa, según adelantó el portal onubense www.heconomia.es. 

Aunque en un principio pensó distribuirla él mismo, finalmente, a través de La casa del hostelero, una empresa ubicada en Huelva que se centra en la venta y distribución de equipamiento hostelero, contactó con Supreminox, una compañía de menaje catalana, y ésta finalmente se ofreció a fabricarla y a distribuirla por los países donde ellos venden sus productos, que son 42, tras firmar un canon de facturación con esta empresa de una duración de 25 años. Así, esta pinza de hielo-abridor ya está en catálogos y en marzo comenzará a venderse.